El oso polar Knut, famoso internacionalmente, falleció el sábado 19 de marzo en el zoológico de Berlín.
Knut, el primer oso nacido en cautiverio en 30 años en el zoológico de Berlín, se convirtió en una estrella internacional y generó millones de euros en contratos publicitarios y en la comercialización de productos derivados.
Este mamífero nacido el 5 de diciembre de 2006 fue abandonado por su madre poco después de su nacimiento y alimentado con biberón por un cuidador del zoológico de Berlín, quien también se convirtió en una estrella en Alemania hasta su súbita muerte, en septiembre de 2008, pocos meses después de que se le prohibiera la entrada a la jaula del oso por considerarlo peligroso.
La organización defensora de los derechos de los animales PETA, lanzó un comunicado de prensa diciendo que el ataque cardíaco que sufrió Knut, fue producto del estrés ocasionado por el enorme número de visitantes que se acercaban a su jaula -hasta 600 por día- y por haberlo confinado con 3 hembras que lo correteaban, perseguían y mordían.
Hace años PETA había criticado al zoológico de Berlín por no esterilizar a los osos polares y por dedicarse a la crianza intensiva de los mismos, contando con espacios pequeños para tenerlos. La organización había solicitado a las autoridades del lugar mover a Knut a un sitio donde estuviera en semilibertad o tuviera más espacio, pero debido a la gran cantidad de dinero que generaba, su propuesta fue desatendida, trayendo como consecuencia la muerte por estrés del animal.
Dicen que los osos polares viven en cautiverio hasta 30 años, mientras que en su ambiente natural, 20.
Hay quienes consideran que es mejor prolongarles la vida en los zoológicos que «exponerlos a los peligros de la naturaleza», y este es precisamente el argumento que usan las prisiones de animales para seducir a la gente con la idea de que el cautiverio es la mejor opción para animales cuyo habitat está en peligro.
El esfuerzo del cuidador por salvar al osito pudo haber sido bien intencionado, pero las autoridades del zoológico sin duda vieron una importante fuente de dinero en la tenencia de un cachorro. Los animales jóvenes siempre son más atractivos para el público infantil, además de su historia vendida como conmovedora.
Con nuestros estilos de vida insustentables generamos la destrucción del habitat del oso polar, y queremos remediarlo exhibiendo a algunos ejemplares en lo que sería una triste imitación de su verdadera naturaleza.
La pregunta que se antoja aquí es: ¿Valió la pena haber salvado al oso hace 4 años para condenarlo a una vida de confinamiento y estrés?
No es la vida a cualquier costo lo que se defiende, sino la calidad de vida lo que hace plena y digna esta experiencia, y dudo que los zoológicos cumplan con estos requerimientos.