Bicentenario ¿Algo qué celebrar?

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Seguramente esta pregunta ya está muy trillada , pero es inevitable formularla. Algunos pensamos que todo esto del Bicentenario es una medida disuasiva para reprimir nuestro descontento y evitar  que nos levantemos nuevamente en armas – y con justa razón.

Se nos dice que debemos estar orgullosos de ser mexicanos, que llevamos 200 años siéndolo, que creamos en México, que vamos hacia adelante, pero basta hojear un diario o un noticiero para perder ese orgullo falazmente inculcado. Estamos en primer lugar en índices de secuestros e inseguridad, en obesidad, en consumo refresco de cola, en fraudes empresariales, etc. Sin embargo, las estadísticas más escandalosas no se divulgan tan fácilmente. No vaya a ser que se tache a los medios de «amarillistas».

De la lista de males que nos aquejan, una gran cantidad se concentran en el área de medioambiente, sin que esto parezca importar ni a gobiernos ni a la sociedad en general. Tenemos unas campañas simbólicas de concientización de uso del agua, invitaciones al uso de la bicicleta en las zonas más inn de la ciudad, moralejas sobre la separación de residuos sólidos, pero nada, absolutamente nada respecto a la protección de los animales. Para quienes han visto los espectaculares en contra de las corridas de toros, estos son financiados por asociaciones civiles, sin apoyo alguno del gobierno, quien al contrario, promueve y apoya económicamente este espectáculo en prácticamente todos los municipios y ciudades del país.

Yo no me siento orgullosa de ser mexicana cuando pretenden que me identifique con las charreadas o los jaripeos donde se derriban reses, se les jala la cola, se espuelea caballos hasta hacerlos sangrar,  ni cuando veo las redadas que organizan los delegados o el sector salud para controlar la población canina o felina con la consecuente muerte por electrocución, ni se me infla el pecho al ver a los vendedores de animales silvestres en las carreteras conversando con los policías federales de caminos. Tampoco me dan ganas de enarbolar la bandera cuando voy al Ministerio Público a denunciar un caso de maltrato animal y el funcionario en turno se me queda viendo con cara de «Â¿de qué me está usted hablando?».

Y más vegüenza que orgullo siento cuando oigo a políticos como Genaro Borrego decir que «prohibir la fiesta brava es un atentado a la ecología».

Ignorancia, desinformación, corrupción, violencia, explotación, insensibilidad, ambición, mediocridad, ineptitud. Esto y más está detrás de los grandes problemas que aquejan al país, y el tema de los animales padece de lo mismo, por más que quieran relegarlo y hacerlo parecer menor.

Unos cuantos empresarios, famosillos y personajes reconocidos se darán cita frente a la Embajada de España en la Ciudad de México, para protestar por la abolición de las corridas de toros en Cataluña y  mostrar su apoyo a la tauromaquia. ¿cómo defender lo indefendible? ¿Cómo puede alguien sentirse orgulloso de ser mexicano cuando se sigue avalando la tortura de un ser sintiente en nombre del arte y la cultura?

El único orgullo que tengo de ser mexicana es conocer a individuos comprometidos con la defensa del medio ambiente y de los animales no humanos, quienes a pesar de las adversidades burocráticas que presenta este país, intentan realizar su labor educativa con los recursos disponibles.

Si saliera a dar «el grito» este 15 de septiembre, no sería por sentirme orgullosa de ser mexicana, sino para clamar justicia y libertad para todos aquellos quienes mereciéndola, aún no la tienen.

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