Este espacio es mayoritariamente para hablar de derechos para los animales. Sin embargo, hoy quiero dedicarlo a los árboles, hogar ellos de muchas aves.
Cada vez que veo el inicio de una nueva obra, me asusta pensar los árboles que se verán afectado por la creación de centros comerciales, viviendas, gasolinerías, estacionamientos.
Cuando vi el derribo de una casa en la que por cierto, pasé gratos momentos, y la posterior edificación de un centro comercial, me alegré de que al menos hubieran respetado las tres jacarandas que estaban en la banqueta.
Para mi sorpresa, caminando por Parroquia, una conocida calle de la colonia del Valle, descubrí a 5 sujetos armados con cuerdas y motosierras cortando las enormes ramas de uno de estos árboles.
Pregunté las razones y pedí se me mostrara el permiso. Con malos modos se me dijo que se tiraría completo porque «afectaba» a la construcción y que yo no era nadie para pedirles papeles.
Al amenazar con la historia de la patrulla, se rieron y me dijeron «Vaya y búsquela, aquí la esperamos». Los policías vinieron, les pidieron los papeles y ahí pude ver que no sólo estaban autorizados para tirar una jacaranda, sino tres.
El informe decía: «Individuo árboreo en buen vigor que obstruye proyecto arquitectónico» y la sustitución a la que se obligaba a la empresa era de 4000 arbustos para camellón.
Yo me pregunto: ¿para qué tenemos egresados de las universidades con títulos de arquitecto? ¿no son capaces de diseñar sus proyectos que respeten a los árboles?
Movilicé todo lo que está a mi alcance: prensa, autoridades competentes, organizaciones civiles. Los empleados se amparaban con un papel sellado por la delegación, donde otro arquitecto igualmente insensible: Gustavo Rojas Cruz, director de Servicios Urbanos de la Delegación Benito Juárez, firmaba de conformidad la petición de Salomon Dabah Helefon.
Un par de personas se mostró consternada al ver la tala, y fotografiaba con sus teléfonos amenazando con denunciar. Pero !cómo duele no ver a los vecinos afectados directamente, intentando impedir este ecocidio!
Nos hemos hecho indiferentes ante la pérdida de la belleza natural, y esto en parte por la impotencia y frustración que genera la incompetencia y corrupción de las autoridades, quienes rara vez resueven algo.
Presentaré una denuncia ciudadana, porque estoy segura que este permiso fue comprado. Es imposible tirar tres árboles de más de 20 años y 20 metros de altura cada uno, sólo porque «afectan un proyecto arquitectónico» que pudo planearse de manera distinta si el arquitecto fuera más capaz.
Estamos en manos de funcionarios poco sensibles ante la problemática ambiental y que ocupan cargos para los cuales no tienen ni sensibilidad ni intligencia.
Al ver derribados esos troncos añosos, con su follaje verde y sano en el suelo y los hombres tironeando las cuerdas que arrancarán las ramas del tronco, no puedo más que sentir una profunda tristeza. Nos hemos convertido en el enemigo de la belleza, de aquellos que no hacen más que darnos sombra, oxígeno y placer al contemplarlos.
El ruido de las motosierras retumba en mi cabeza y me hace pensar en todo aquello que mutilamos, derribamos y matamos dentro de nosotros, cuando cortamos un árbol.