Circos sin animales y detractores sin argumentos

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A raíz de la prohibición del uso de animales en los circos del Distrito Federal, las reacciones de los empresarios circenses no se dejaron esperar. Y creo que llamarles empresarios es exagerado, pues la mayoría de los comentarios provenían de domadores y empleados probablemente.

Era común leer comentarios de profundo desprecio hacia quienes habíamos promovido esta iniciativa, tildándonos de “privilegiados económicamente”, como si esto nos dejara sin derecho a defender causas que consideramos justas. Sin argumentos y sólo basándose en sus prejuicios insinuaban que seguramente íbamos al Circo Ringling o circos de Estados Unidos ¡Cómo si el asunto fuera estar en contra de circos mexicanos pero apoyar a los internacionales! Repetimos hasta el cansancio que no estamos en contra del espectáculo sino del uso de los animales en él.

Cuando pretendían conmovernos con su “amor hacia sus animales” y se les respondía que precisamente por el bienestar de ellos se les podía enviar a un santuario, respondían que esos lugares “se los robaban”  o que eso no pasaría, pues antes “los animales se morirían de hambre”. No alcanzo a distinguir si esto puede ser una amenaza o su caballito de batalla de “así como nosotros, los animales tienen que trabajar para ganarse el alimento”.

En muchas partes se les dijo que esta no era una guerra personal, sino que el objetivo era darles una mejor vida a los animales que tanto dicen querer. Aun así, ellos preferían los insultos y el descrédito, insinuando que nosotros obteníamos un beneficio personal y que nuestra intención era perjudicar a familias mexicanas.

A pesar de mostrarles estadísticas y encuestas hechas por medios de comunicación serios, algunos se empecinaban en decir que estaban amañadas y que eran mentiras. “Los niños aman ver animales en los circos”, afirmaban como si fuera esto una verdad absoluta.

Lo lamentable aquí me parece el nivel de la discusión. Las condiciones mínimas para establecer un debate con un interlocutor es que ambas partes tengan un pensamiento ordenado, con nociones de lógica, contar con evidencia, centrarse en el tema o subtema a debatir y mostrar desapasionamiento en la discusión. Esto no quiere decir defender con tibieza nuestro punto de vista, sino entender que no se trata de un asunto personal, es decir, tanto defensores de animales como circences representamos a una comunidad y hablamos en su nombre, por lo tanto, los insultos al individuo no aplican aquí -y yo diría en ningún lugar donde se discuta un tema con rigor.

Cuando los detractores de la iniciativa publicaban algo y un defensor publicaba evidencia para desmentirlos, montaban en cólera insultando y mezclando temas que no estaban a discusión en ese momento y que ni siquiera eran pertinentes. “Están en contra de los circos pero tienen perros y gatos en sus casas, libérenlos entonces”, decían.

Esta discusión puede servirnos para ver el bajísimo nivel argumentativo de nuestra sociedad. Ese gremio representa a un alto porcentaje de ciudadanos en cuanto a su nivel educativo, y eso es preocupante. Muchos mexicanos no saben defender ideas y recurren a la violencia cuando ya no encuentran más palabras o formas de expresar un pensamiento desordenado.

Activistas o no, tenemos la responsabilidad de prepararnos mejor y comprender que los debates son ejercicios sanos en una sociedad que intenta construir una democracia. No son pleitos de vecindad ni alardes para ver quién tiene la última palabra, son espacios para informar a una ciudadanía neutral o ignorante de un tema en concreto y ambas partes deberíamos hacer lo mejor que esté en nuestras manos para ayudar a que aquellos se formen una opinión fundamentada.

Con la aprobación de esta iniciativa ganaron los animales, pero la batalla por la educación es una cuenta pendiente en nuestro país.

circos

 

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Un comentario para “Circos sin animales y detractores sin argumentos

  1. Leonora, me parece muy significativo y progresista la aprrbación del dictamen contra el uso de animales en los circos. También concuerdo contigo en el aspecto de la discusión y los que están en contra. Lo que destacas me recuerda las palabras del pensador Samuel Ramos que dijo: «La conducta ya no obedece a la reflexión,
    sino que cede al impulso apremiante de curar un malestar interno.” Cierto, no hay un intento siquiera de pulir sus ideas, de adquirir capacidad de discernimiento y argumentar o fundamentar esas ideas para mostrarlas con respeto y soltura a los demás, es lo más lamentable de la situación. Pero me da mucho gusto que, a pesar de su palabrería, la gente como tú no desista de este camino. Gracias por darnos ese ejemplo y lecciones para los que crecemos en esa formación.

    Un abrazo

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