Navidad es época de compasión

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A cualquier persona medianamente consciente le afecta la navidad por ser una época donde se enfatizan las carencias y ausencias. Si a eso le añadimos el pensar en todos los que no pueden compartir el espíritu de esta fecha por estar enfermos, solos, en peligro de muerte o en la miseria absoluta, terminaríamos pensando que navidad no debería existir, no al menos en la forma en que se nos vende.

Porque siendo sinceros, detrás de la aparente felicidad que se promueve hay negocios millonarios de comerciantes y publicistas.

Hemos convertido algo que debía ser una celebración espiritual en mercadotecnia pura, donde el mejor regalo es el más caro y la mejor cena es donde más se come, sin importar  a quién.

Este es un espacio para hablar de nuestros hábitos de consumo relacionados con los animales no humanos, por eso dejaré de lado las injusticias que implica esta celebración con miembros de nuestra propia especie. Quiero creer que muchos de ustedes piensan también en quienes sufren y no pueden permitirse el derroche al que se nos orilla en este mes, pero tal vez no todos hemos considerado el sufrimiento de quienes van a ser parte de nuestra cena, no como comensales, sino como platillos.

Navidad es época de paz, compasión, amor, eso se nos dice y eso queremos creer e intentamos practicar. ¿por qué pues los creyentes festejan el nacimiento con la tortura y muerte de un pavo? Y menciono al pavo como puedo decir la vaca, el cerdo, el pollo, el pez, dependiendo del menú elegido para la cena.

Desde niña recuerdo haberme impresionado de ver ese enorme cadáver en el centro de la mesa, sin cabeza, con una forma apenas similar a la que tuvo en vida, relleno de ingredientes y bañando en una salsa. No entendía porqué debíamos estar contentos ante ese espectáculo.

Ahora que conozco el procedimiento exacto para que un animal, cualquiera, sea convertido en comida, prefiero ofrecerme a llevar un platillo libre de crueldad a este tipo de cenas para que la gente conozca y pruebe la gran variedad de sabores que existen más allá del consabido plato de carne.

He visto cómo se sorprenden favorablemente al probar un estofado de seitán o de que al terminar de comer lo que pensaban era chorizo o picadillo se les dijera que era soya texturizada. También han rechazado mi oferta diciendo que «el pavo es tradicional», o mirando con desprecio mi comida, como si fuera más asqueroso un trozo de tofu que una víscera frita.

Sin embargo, esta año iré a una cena vegetariana, y no será porque mis argumentos han derrotado al paladar de mis anfitriones, sino porque nos acompañará un comensal diabético y otro convaleciente de cáncer de colón, a quien el doctor les ha prohibido los productos de origen animal.

Sólo así, han entendido que comer carne le hace daño, como sólo después del enfisema el enfermo deja de fumar, y eso a veces.

Pero más allá de la salud, la idea fundamental es la de evitar el sufrimiento de seres sintientes que está en nuestras manos evitar. Nadie va a morir por dejar de comer animales, ni por dejar de vestirlos, ni de divertirse a su costa, ellos en cambio, sí mueren por nuestras preferencias gastronómicas o de otro tipo.

Por favor, quienes lean este texto, antes de refutar apresuradamente traten de interiorizar lo que digo. Hay cientos de videos que muestran el dolor de los animales que serán convertidos en comida, qué más quisiéramos quienes defendemos a los animales, que «exagerar» y que todos esos horrores fueran material de ciencia ficción, pero no es así. Cada segundo se matan 3000 animales no humanos y sólo de nosotros depende que esa cifra aumente o disminuya.

Los invito a que esta navidad dejen a los animales fuera de su mesa, pero no de su corazón.

!Felices Fiestas!
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