La Comisión Internacional del Huevo proclamó el segundo viernes de octubre como el Día Mundial del Huevo. Más de cien países se unen a esta «celebración».
Esta comisión promociona el huevo como un alimento versátil, barato y nutritivo. Sin embargo, nada dicen de la enorme cantidad de colesterol y grasas saturadas que posee -consideradas una de las causas principales de enfermedades cardíacas- y mucho menos de las condiciones de vida de las gallinas ponedoras.
Las gallinas de cría intensiva, de las que provienen la inmensa mayoría de todos los huevos que se consumen, viven entre 10 y 12 meses amontonadas con hasta otras 9 aves en jaulas de alambre de 45 x 50 cm. Normalmente hay muchas filas de estas jaulas en enormes bodegas que pueden almacenar de 50 000 hasta 125 000 aves.
Para evitar que se picoteen y se maten entre sí debido al estrés que les causa el hacinamiento, se les corta el pico con máquinas de cuchillas calientes una o dos veces durante su vida, normalmente cuando sólo tienen un día de nacidas y otra vez cuando tienen siete semanas porque a menudo, un pico joven vuelve a crecer. El corte del pico causa un dolor grave y crónico y un sufrimiento que los investigadores han comparado con el dolor que sufren los humanos cuando se les amputa un miembro, por tener éste terminaciones nerviosas. Con esta mutilación disminuye la habilidad de la gallina para comer y beber, lo que representa también ahorro para la industria.
Viven permanentemente expuestas a la luz artificial para forzarlas a la puesta de huevos y desarrollan osteoporosis por la constante formación de cáscaras de huevo. Con esta tremenda carencia de calcio, millones de gallinas quedan paralizadas y mueren de hambre y sed a tan sólo centímetros de su comida y del agua.
En estas condiciones, una gallina ponedora puede vivir hasta dos años, siendo después matada para convertirla en caldo. Pero las gallinas no son las únicas víctimas de la industria del huevo. En los criaderos para gallinas ponedoras se separa a los machos de las hembras y a ellas se les usará como productoras de huevos mientras que a ellos se les considera sin valor económico para la industria -al no haber sido criados para crecer tan rápido y producir tanta carne- y son asfixiados en bolsas de plástico o enterrados vivos.
En Estados Unidos 250 millones de pollos machos son matados de este modo cada año en los criaderos de gallinas ponedoras.
En lo que a contaminación se refiere, los habitantes del municipio de Chinameca, Veracruz, llevan años quejándose de la contaminación con los nauseabundos olores que emite la granja industrial de Bachoco, por ejemplo, y que causan desde dolores de cabeza, gripes y calenturas a la población en general; a los niños les tapa los pulmones el polvo que se desprende de sus instalaciones; mientras que al agua de los pozos artesianos les forma una nata que hace que las personas ya no puedan beberla.
Es iluso pensar, pues, que los llamados subproductos animales como el huevo, no causan sufrimiento y explotación, y es importante conocer los daños que semejantes industrias ocasionan al medio ambiente.
Por eso creo que debemos pensar un poco más en el origen de nuestros alimentos y considerar evitar sufrimiento a quienes son capaces de padecerlo.
Video tomado con cámara oculta de una granja y criadero de gallinas ponedoras: http://www.petatv.com/tvpopup/video.asp?video=silent_suffer&Player=qt
http://animalrights.change.org/blog/view/undercover_egg_industry_investigation_shows_chicks_ground_up_alive