Pero el límite lo ha cruzado un tal Guillermo Habacuc Vargas, un costarricense que dejó morir de hambre a un perro callejero en la Galería Códice en Nicaragua. El perro fue atrapado en las calles de Managua y amarrado en una esquina de la galería sin comida y sin agua, lo cual hizo que en menos de dos días el ya enfermo y hambriento animal muriera. En la pared estaba escrito «Eres lo que lees» con comida para perro. Habacuc dice que su obra es un homenaje a un nicaragüense que murió al ser atacado por rottweilers y que pretende ser un llamado de atención a la hipocresía de la sociedad. «Un animal así se convierte en foco de atención cuando lo pongo en un lugar blanco donde la gente va a ver arte pero no cuando está en la calle muerto de hambre». Según él nadie hizo nada por el perro mientras estuvo ahí, como tampoco hicieron nada por el sujeto muerto a mordidas.
Cuando se le preguntó por qué no usó otro medio de expresión, respondió: «Recojo lo que miro… El perro está más vivo que nunca porque sigue dando qué hablar».
En este caso hay varios culpables: el artista, el curador de la galería y el público indiferente que no tomó al perro por la fuerza y lo sacó de la galería consciente de las implicaciones legales que eso podía acarrear, porque en nuestros países el maltrato animal no es un delito y si rescatamos a un animal estamos cometiendo daños en propiedad ajena.
Pero es cierto, ese perro iba a morir en las calles víctima de la indiferencia de la sociedad que se ha acostumbrado a ver animales sin hogar como si fueran parte del paisaje urbano. Lo terrible de esta historia es que hubo muchas personas involucradas que hubieran podido cambiar su destino y salvarlo de una muerte segura y ninguna lo hizo. Nadie le dio de comer al perro, nadie llamó a la policía, nadie se lo llevó por la fuerza.
Es lamentable que sujetos como Habacuc tengan que mostrarnos nuestra hipocresía de esta manera, pero es más lamentable que a un tipo así se le invite a una bienal a representar a su país y que las galerías consideren arte estas expresiones de indiferencia y complicidad con la crueldad.
A estos artistas de poca monta les gusta dar de que hablar, lamentablemente lo logran causando daño a terceros. ¿Por qué no amarró a un niño de la calle y lo privó de comida y agua? También somos indiferentes a ellos cuando los vemos desde nuestros autos. También a ellos los mata la hipocresía.
Pero el arte no mata, crea, y Habacuc más se asemeja a un asesino.