Una noticia que no generó gran revuelo en las redes sociales, pero que significó una enorme victoria para ecologistas y defensores de animales, es el veredicto de La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, quien ordenó a Japón que cese la caza de ballenas en el océano Antártico, al estimar que Tokio lleva a cabo una actividad comercial haciéndola pasar por científica. «En la concepción del programa han tenido que ver consideraciones financieras, más que criterios puramente científicos», declaró el juez Peter Tomka durante una audiencia en el Palacio de la Paz de La Haya.
El juez incidió en «la falta de transparencia» del sistema de cuotas japonesas, que según estimó «no son razonables», e hizo valer el reducido número de publicaciones científicas en el marco del programa de investigación japonés JARPA II. «Japón debe revocar todos los permisos, autorizaciones y licencias concedidos en el marco de JARPA II y abstenerse de otorgar cualquier nuevo permiso en virtud de este programa», ordenó.
Tokio dijo rápidamente que respetará la decisión vinculante e inapelable del órgano judicial supremo de Naciones Unidas, manifestando no obstante su «profunda decepción». «En tanto que Japón respetará la decisión de la Corte», dijo a la prensa el jefe de la delegación nipona ante la CIJ, Koji Tsuruoka. La CIJ, creada en 1945 y con sede en La Haya, es el órgano judicial supremo de la ONU. Sus veredictos son vinculantes e inapelables. Con su veredicto, la Corte le da la razón a Australia, que recurrió a ella en 2010 afirmando que Japón practicaba la caza ballenera con objetivos comerciales, pretextando un programa de investigación científica. Japón, que alega que la caza de ballenas es una tradición ancestral, sostiene que sus actividades son científicas, pero no oculta que la carne de los cetáceos capturados termina luego en los mercados del archipiélago.
Japón mató más de 10 000 ballenas entre 1987 y 2009. Oficialmente, Noruega e Islandia son los dos únicos países del mundo que practican la caza comercial de ballenas, gracias a una objeción contra la moratoria de 1986 de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que prohíbe la captura con fines comerciales.
«Esta decisión envía un mensaje claro a los gobiernos de todo el mundo: la explotación de animales no se va a tolerar más, y los animales tienen que ser protegidos al más alto nivel», declaró Claire Bass, de la Sociedad Mundial por la Protección de los Animales (WSPA), tras conocer el veredicto.
En abril del año pasado, Japón indicó que el número de ballenas capturadas en el Antártico en la campaña 2012-2013 cayó a su nivel más bajo, a causa precisamente del hostigamiento de los ecologistas, siendo el más efectivo y popular el comandado por el Capitan Paul Watson de SocietySea Shepherd Conservation Society quien declaró que sin importar la especie de ballenas, “no deberían cazarse, y menos en un santuario, que es un lugar de refugio y seguridad, una reserva natural, como la Antártida. Permitir la caza en un santuario es burlarse de los acuerdos internacionales que lo declararon así en 1994”. Por cierto, Japón fue el único país en contra de los 23 de la CBI que apoyaron esta declaración.
Incluso el Embajador de Japón en Estados Unidos Kenichiro Sasae, dijo en una rueda de prensa con representantes de Sea Shepherd en Los Angeles en diciembre de 2013 “Como persona me gustan las ballenas y cuando las ves en libertad no encuentras razón para matar a este magnífico animal, pero se trata de historia y política. Aún hay un pequeño número de japoneses intentando ganar esta batalla, pero la mayoría ya no las come.”
Conozco a uno de los abogados que por más de 15 años se ha dedicado al tema de las ballenas. Estuvo en La Haya para escuchar el veredicto de La Corte. Hay victorias que pueden tardar décadas, pero finalmente esta es una muestra de que los tiempos cambian, y en pleno siglo XXI empezamos a considerar innecesario y cruel un tipo de prácticas. Al ver las imágenes de los pequeños botes ecologistas enfrentándose a los buques japoneses, no puedo más que sentir que por más pequeños que seamos en número y recursos, nuestros argumentos y pasión terminarán por vencer.
Ojalá esta sensibilidad no se detenga aquí, y determine la forma de relacionarnos con el resto de los animales, quienes como nosotros, sólo intentan sobrevivir en un mundo que por momentos puede ser hostil y cruel como dijera Hobbes en el siglo XVII. Cuando leí esta noticia, no me lo pareció tanto…
Información: AFP y www.SeaShepherd.org
» no puedo más que sentir que por más pequeños que seamos en número y recursos, nuestros argumentos y pasión terminarán por vencer» Con eso cuento =)
Me supermegaemociona esta noticia, ojala y se pudieran parar todo tipo de cazas, pero con pequeños granitos de arena se harán grandes cambios….