Una ocasión coincidí en una carretera con un conductor de camión que transportaba animales al matadero. Le comenté que me dedicaba a la protección de los animales y que me interesaba hacerle una entrevista. Accedió siempre y cuando sus datos fueran confidenciales, así que le dije que publicaría la entrevista bajo el pseudónimo de Jorge y que no se publicaría el nombre de la empresa para la que trabaja.
L: ¿Hace cuánto se dedica a transportar animales al matadero?
J: Llevo 6 años en esto, pero ya estoy cansado y me gustaría cambiar de trabajo.
L: ¿Porqué empezó con este trabajo?
J: Estudié hasta secundaria y necesitaba dinero. Un amigo de mi papá me recomendó que me sacara la licencia para conducir camiones. Primero trabajé de repartidor de refrescos pero hubo despidos y no me quedó de otra que pedir en La Empresa. No «me latió» lo que había que hacer pero no había de otra.
L: ¿Qué fue lo que no «le latió»?
J: Pues yo tenía amigos que trabajaban para granjas de pollos y me contaban cosas que no me gustaban, como que si abrían la ventana olía muy feo, como ácido y que volaban muchas plumas y todo el rato oían a los pollos gritar.
L: ¿Usted transporta todo tipo de animales?
J: Cuando trabajaba por libre, sí. Me contrataban para hacer las rutas y variaba, pero ahora ya estoy de fijo en La Empresa y pues ahora nada más llevo cerdos.
L: ¿De cuántas horas puede ser su recorrido?
J: Varía pero me ha tocado llevar cerdos 8 horas. Yo me paro cuando me canso a tomar algo o a ir al baño, pero ellos van ahí todo el rato. No llevan agua y luego llueve y se mojan o hace mucha calor y pues nada más veo cómo sacan la lengua para respirar.
L: ¿Qué experiencia ha sido la más desagradable en su trabajo como transportista de animales al matadero?
J: La verdad no me gusta este trabajo. Veo como los suben al camión, como los bajan, como van allá arriba. Van nerviosos y chillan todo el camino. Lo peor fue cuando al llegar al matadero uno se echó a correr y lo arrastraron bien feo para adentro.
Cuando transporté pollos era más fácil pues son chicos y los cargadores los bajan más fácil y revolotean en las jaulas, luego los avientan, pero con los cerdos es distinto porque ellos te miran y yo siento que me dicen «sácame de aquí».
L: ¿En su opinión los animales sienten?
J: Si. Yo los oigo chillar, los veo moverse como queriendo salir del camión, veo que tienen miedo al llegar al matadero, como si supieran que los van a matar. Luego los tratan re mal al sacarlos y pues yo veo que sí sienten.
L: ¿Transportar animales ha cambiado su forma de verlos? ¿Ha pensado dejar de comerlos?
J: Muy al principio ni ganas me daba de comer pollo frito o tacos de carnitas, pero luego se burlaban de mí y me decían que era natural, que los animales para eso estaban. Yo creo que a Dios no le gusta que matemos animales, pero está difícil que comamos diferente.
L: ¿Por qué cree usted que es difícil comer diferente?
J: Pues en todos lados hay tacos, yo que ando en la carretera a veces prefiero unas quesadillas de hongos, pero luego llego a casa y me tienen carne y les digo que «no me entra». La verdad sería más barato y hasta sano comer puras verduras pero a las empresas no les conviene.
L: ¿Hay algo que quiera decirle a la gente que lea su entrevista?
J: Yo trabajo en esto por pura necesidad, no me gusta, y si pudiera hacer otra cosa, lo haría. Luego en la noche me vienen los sonidos de los animales y siento que ellos descansan cuando los matan.
Si Jorge pudo ver ese dolor, ese miedo, por qué nosotros seguimos volteando la cara cuando en la carretera vemos pasar un camión lleno de animales, a los que después llamaremos «comida».
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