Lupe es un cangrejo de río que alguien compró para tener en este recipiente de plástico. Así vivió hasta que llegó a manos de un chico que quiso liberarla. Aprovechó su asistencia a un campamento para salvar tortugas en las playas de Guerrero, México. Se desplazó hasta una laguna de agua dulce y abrió la tapa. Lupe salió de su jaula y rápidamente caminó hacia unas hojas de palmera seca para esconderse. La vimos caminar, enterrarse en la arena y desaparecer para más adelante volver a salir y reconocer su nuevo hogar, su verdadero hogar.
¿qué nos lleva a encarcelar animales? ¿un enfermo deseo de contemplarlos? ¿una manía perversa de control? Y ¿qué nos lleva pues a liberarlos? ¿un espíritu de altruismo? ¿la intuición de que la privación de la libertad de un animal no es algo deseable?
Tenemos en nuestras manos el poder de dar vida o quitarla, de dar libertad o aprisionar. ¿por qué las más de las veces optamos por lo segundo en lugar de lo primero?
Lupe tal vez no viva mucho tiempo, tal vez haya perdido su capacidad de adaptación al medio. Yo confío en el enorme instinto de supervivencia de los animales, y confío que vale más un día de libertad que una vida de cautiverio.