
Estás ahora junto a mi con tu respiración entrecortada y tu ronrroneo insesante. Me estás dando confort en estos momentos difíciles y yo lo aprecio.
Estuvimos juntas casi 14 años y alcanzamos a festejar mi cumpleaños 52, que marca un nuevo ciclo en mi vida, y en la tuya después de esta.
Alguna vez escribí que tu me mostrabas lo importante que es amar a alguien tal cual es, no lo he aprendido del todo pero a ti llegué a amarte así, con tu distancia, con tu espacio vital de por medio. En eso nos parecemos. Dijiste que es importante dejarnos ir, entregarnos a la vida, confiar, fluir y soltar el control. Quiero que tu partida sea la salida digna de una vida llena de sol, luz y cepilladas, que nuestra despedida, aunque dolorosa, sea armónica y en paz, que no te falte aire para que puedas volar lejos, porque «tu cuerpo empieza a ser pequeño para lo que tu eres».
Tiziano y tú marcaron una época de mi vida que hoy se está cerrando y tu eres la muestra física de esa muerte simbólica que yo atravieso. Así me gusta verlo porque serás testigo perenne de mi transformación, la cual cultivé y he esperado mucho tiempo. Tal vez es la madurez o la magia de la vida que aún me empeño en ver a pesar de los momentos dolorosos.
Me hago responsable de mi falta de paciencia, esa que muestro tanto y con tantos, te ofrezco una disculpa por haberla manifestado también contigo. Te agradezco tu permiso para viajar y dejarte en compañía de amigos queridos que también hoy lloran conmigo. Se cierra un ciclo con una puerta pesada y dorada pero los tesoros acumulados seguirán del otro lado, presentes y vivos en mi. Ya no vivirás conmigo pero sí en mi y confío que ya no tenga que seguir sola y que este espacio se haga amplio y pueda atreverme a amar como me fue fácil hacerlo contigo y los de tu especie.
Estamos juntas en esta noche de luna llena y mi espíritu está triste pero confiando que esto es lo mejor que pudimos crear entre nosotras. Le pido a mi madre te ayude a cruzar el umbral sin mirar atrás y te abras a ese espacio tan grande que sigue después de haber estado en un contenedor tan pequeñito: tu cuerpo y mi casa.
Que tu luz, Gatiluz nos ilumine para respetar y honrar a los demás animales, no solo a los que conviven con nosotros.
Que tu muerte se acomode en mi corazón, como la consecuencia simple de vivir.
