En el último viaje a México de Francisco Vásquez, actual presidente y fundador junto conmigo de AnimaNaturalis Internacional, tuvimos la oportunidad de dar una conferencia en la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, mi alma mater, y de presentar mi libro en el Centro Cultural y Social Veracruzano.

Ambas acciones me corroboraron el hecho de que “una sola persona puede hacer la diferencia” para transformar aquello que no considera justo. A veces simplemente necesitamos alguien que nos de un poco de información, que nos oriente o que nos inspire para hacer cambios que aunque parecen inicialmente pequeños, son de gran trascendencia y afectan nuestro entorno de manera radical y definitiva.

Dicen que en la vida hay que tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. He sembrado muchos y tengo Abriendo jaulas. Respecto a lo primero, AnimaNaturalis cumple esa función en mi vida: un proyecto deseado y acompañado, triunfos y derrotas, lágrimas y risas. Después de todo, ¿qué es un hijo sino una creación amorosa y cotidiana?

No puedo más que agradecer a todas las personas que han tendido una mano a esta organización, las que pasaron, las que se quedaron. Todas modificaron su vida, la mía y la de otros, humanos y no. Esa es la magia del activismo: el poder del individuo sobre el colectivo y el efecto de éste en la persona. Estamos conectados y eso es finalmente lo que la causa por los derechos de los animales pretende hacernos descubrir, que no hay diferencia entre nosotros, por ajenos que nos percibamos. En lo más básico y profundo, somo uno y al defender al otro me protejo.

Gracias a todos los que me han acompañado en esta trayectoria, a Francisco porque su encuentro cambió mi vida, y a los animales, que como dice el Popol Vuh, nos muestran el camino.