Una y otra vez se nos engaña con imágenes falaces de animales alegres por su explotación y muerte: los restaurantes llamados «Pollo Feliz», las «vacas contentas» de ser ordeñadas, los mariscos risueños invitándonos a comer un coctel. Se nos hace creer que los animales viven en pastos verdes, corren, se relacionan y están dispuestos a ofrendar su vida con tal de brindarnos un efímero placer palativo.
Pero no es así, ni viven bien ni quieren ser privados de su libertad y mucho menos, desean morir. Prueba de ello es la historia de una vaca blanca que logró escapar de una granja siciliana hace ya un mes. Su fuga desesperada la llevó a un pueblo costero llamado Santa Teresa di Riva. Por esta razón fue llamada Teresa.
Teresa pertenece a una raza de bovinos que se crían para carne. A pesar de esto, su aciago destino no fue el de convertirse en filetes, ya que una enfermedad bastante común en esas localidades, la brucelosis, infestó el corral en el cual se encontraba. A raíz de esto, ella junto con otros animales, iba a ser matada. ¿Qué valor tenía ya su vida si no iba a ser comercializada?
Sorprendentemente, en su huida del matadero, Teresa recorrió un largo camino hasta llegar al mar. Lejos de desanimarse, la vaca se lanzó al mar y nadó con todas sus fuerzas en dirección a las costas de Calabria. La corriente estuvo de su lado y en tres horas Teresa recorrió un kilómetro de mar.
Allí, una embarcación de la Guardia Costera con la ayuda de otra perteneciente a un particular y de la lancha inflable de los bomberos, llevó a la vaca otra vez a las costas de Sicilia.
Los curiosos que se habían reunido en los alrededores asistieron a los últimos desesperados intentos de la vaca de zafarse de sus explotadores, que con muchas dificultades la ataron por las patas. Los ojos del animal atrapado conquistaron el corazón de los espectadores. Mariella, una joven que asistió a la escena desde el comienzo, aseguró a los periodistas haber decidido hacerse vegetariana tras haber sido testigo de la triste captura del animal.
La noticia pronto se difundió en las redes sociales y exsite un grupo en Facebook con en fin de salvar a Teresa. Salviamo la coraggiosa mucca Teresa (Salvamos a la valiente vaca Teresa) está compuesto de 2 359 personas y está creciendo. Al día de hoy parece que se ha conseguido un adoptante para ella: una granja didáctica que inculca a los niños visitantes el respeto hacia los animales.
Hay quienes han sugerido comprar a la vaca para salvarla. ¿es esto coherente con la idea de considerar derechos para los animales, los cuales no son mercancía ni propiedad? Los animales no deberían comprarse ni venderse, e incluso con el noble fin de salvarla, ¿qué hace que paguemos por la vida de Teresa y no por los otros miles de millones de vacas que serán convertidas en comida?
Continuamos negando el derecho a la vida de otros animales, aun viendo cómo luchan por sobrevivir. ¿Cuánto más hemos de ser ciegos a su dolor, a su angustia, a su deseo de huir de situaciones dañinas, para satisfacer nuestro egoísmo?
Para muchos, todas las vacas son Teresa y por eso no las comemos, ni las vestimos, ni bebemos la leche que es para sus hijos.
Para más información: http://www.facebook.com/pages/Salviamo-la-coraggiosa-mucca-Teresa