Comer, beber, disfrutar

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Mucho se puede discutir acerca de Bill Clinton, pero nadie puede negar que se trata de alguien que disfruta la vida. Tiene fama de sibarita y gran gozador. Es uno de los míos. Hay pocas cosas que den tanto placer como saborear, oler y contemplar una comida bien servida. Lo imagino detenerse frente a las puertas de restaurantes para leer sus cartas para abrir el apetito. Lástima que la mayoría de ellos sólo sirvan carne y visceras, debe decirse… ya que recientemente anunció que abrazaba el estilo de vida vegetariano.

Supongo que ríe socarronamente, mirando esas cartas. Es absurdo que existiendo una riqueza tan amplia de alimentos, la carne aún siga considerándose la cúspide de la gastronomía. Se puede entender que en momentos de necesidad, debamos comer cualquier cosa. Pero pudiéndo escoger, ¿por qué terminamos llevándonos a la boca trozos de animales? Si hacemos un repaso de las culturas del mundo, descubriremos que la mayor parte de ellas han eludido la carne en su dieta por siglos… hasta que llegó el forzoso «encuentro de culturas» de la colonización. Sólo los europeos consumían frecuentemente intestinos y crías de animales, mientras otras regiones basaban su nutrición en cereales, legumbres y alimentos tan flexibles como el maíz y la soya. Es comprensible. Europa es un continente frío, incapaz de ofrecer muchas verduras y frutas que ahora acostumbramos tener en la mesa.

Los animales de granja son mantenidos vivos gracias a antibióticos y medicinas, engordados con hormonas y pienzos fabricados de cadáveres y cereales. No sé si me perdí una clase o dos en el colegio, pero recuerdo que las vacas comen pasto y para eso tienen tres estómagos. Estos pienzos se digieren con rapidez y en el resto del aparato digestivo vacuno sólo se crían bacterias. Podría enumerar varias enfermedades producidas por esas bacterias, pero, ¿a quién le preocupa realmente la salud?  Imagino que a Bill le preocupa. Las grasas saturadas y colesterol de la carne es otro tema delicado. Supongo que Bill también leyó el estudio que relacionaba el abuso de esas sustancias con la impotencia… y coincido con él que en algunas cosas es mejor no arriesgarse.

Cada día más personas llevan una dieta sin carne, como la vegana, que además deja de lado lácteos y huevos. Las razones son de salud, ecología, solidaridad y respeto hacia los animales. Es decir: es bueno para tí, para los demás, el medio ambiente y también para las demás criaturas. El campeón de boxeo Mike Tyson, el actor chileno de Lost, Jorge García y Pamela Anderson, entre muchos otros, también se hicieron vegetarianos. ¿Qué saben ellos que los demás no? Quizás tienen mejores consejeros que la sola costumbre. Hace más de diez años que no como animales y desde entonces mi médico no me ha visto ni la nariz. No creo que sea casualidad. Imagino que Bill, Pamela, Mike y Jorge saben que comer carne acorta o reduce sustancialmente el disfrute de la vida.

Personalmente, prefiero hundir mi nariz en guisos, vinos o fruteras que en tripas, músculos y costillas. Dígannos locos, si quieren. Pero, a fin de cuentas, uno es lo que come.

Francisco Vásquez Neira
Cofundador y webmaster de AnimaNaturalis Internacional

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