Llevo casi un mes como candidata a diputada. Es mi primera vez. Ha sido un mundo muy distinto al que hasta ahora conocía como activista por los derechos de los animales.
He podido constatar la desconfianza inicial ante quien se presenta como «candidato» a un puesto público. Los políticos están desprestigiados y no es fácil convencer a una población escéptica de nuestras buenas intenciones «“las mías sí lo son. Pero no me puedo quejar.
La recepción de la gente ha sido amable y positiva. Están acostumbrados a escuchar grandes promesas para resolver los problemas, y les sorprende que alguien llegue con propuestas de temas medioambientales y defensa de animales.
Mi día comienza cuando voy a las escuelas a conversar con los padres que llevan a sus hijos. Una de mis propuestas es la creación de una materia de Educación Ambiental a nivel enseñanza básica y media. La mayoría coincide conmigo en que sería más sencillo evitar los malos hábitos si desde pequeños se nos inculcara el respeto hacia la naturaleza y sus demás habitantes. «Nos gustaría que a los niños les enseñaran a cultivar hortalizas», me dicen cuando junto a mis volantes les obsequio semillas.
Me he topado con muchas mujeres que me miran a los ojos diciendo «si es por los animales, voto por ti». Les explico que quiero crear la Comisión Nacional de Defensa de los Animales, porque no hay una instancia ante la cual denunciar casos de abuso.
Cuando me topo con jóvenes, me felicitan por mi propaganda en papel reciclado y por haber hecho mis pendones en cartón. «Tu campaña es muy diferente. Está bien que no haya tanto plástico.» Otra de mis propuestas es la prohibición de bolsas de plástico no biodegradables a nivel nacional.
Cuando empieza a oscurecer, se forman basureros clandestinos, que indignan a los vecinos que se esmeran en tener sus calles limpias. El tema de la basura es crucial y por eso quiero proponer una ley para que los envases y embalajes sean 100% reciclables.
Mi mensaje está obteniendo una reacción mucho mejor de lo que esperaba. Es una propuesta fresca, joven, novedosa y necesaria. Y así me lo hacen sentir. Entienden que no podemos seguir esperando a que alguien preste atención seriamente a problemas como el deterioro ecológico o la violencia hacia los animales.
Me cuentan historias, se sienten identificados y escuchados, a algunos les dejo la sensación de estar menos solos, de que hay alguien que también comparte estas inquietudes. Lanzo el mensaje de que en la política puede «“y debe- haber gente honesta y con ideales.
No sé cuál vaya a ser el resultado de las elecciones del 5 de julio, pero me siento ya una ganadora por salir a la calle a hablar con miles de personas y demostrarles que hay una candidata preocupada por algo que hasta entonces nadie había tomado en serio: el maltrato animal.
Puedo decirles que lo mejor que me ha pasado estando en campaña es cuando la gente me dice: «Animales»¦. !ya era hora que alguien pensara en ellos!»
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