Si bien la industria porcina se dedicó a deslindarse de la influenza porcina e incluso cabildeó para que se cambiara el nombre a «influenza humana», no se ocultó ni se negó que el virus tiene secuencia de cerdos, aves y seres humanos. El epidemiólogo Luis Soto, del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición, coincidió conmigo en el programa «Barra Libre», respecto a lo terribles que son las condiciones en que se cría a los animales y lo propicio de este sistema de producción, para cultivar virus.
Por más que Smithfield niegue la relación entre sus cerdos y la epidemia, la industria de la carne está en el epicentro de esta crisis. La granja ubicada en La Gloria engorda y mata UN MILLON de cerdos anualmente. En todo el mundo Smithfield mató 26 MILLONES DE CERDOS en 2006 y actualmente controla un cuarto de la producción total de Estados Unidos, expandiéndose a Europa.
Los animales en las granjas industriales viven hacinados entre otros miles, con poca ventilación, estabulados en pequeños espacios donde casi no se pueden mover, dar vuelta, echarse o extender sus miembros. Estas condiciones debilitan su sistema inmunológico y los hacen más susceptibles a enfermedades. Es como si una persona tuviera que pasar toda su vida en el asiento de un avión lleno, sin poder levantarse ni estirar las piernas. Si una persona en ese avión se enferma de un catarro, es evidente que tarde o temprano el resto contraerá la enfermedad.
Smithfield es solo un ejemplo de cómo operan estas fábricas de animales. Hace una década, dos de sus subsidiarias fueron multadas por la Environmental Protection Agency, con $12 millones de dólares por arrojar contaminantes de sus granjas, de manera ilegal, al río Pagan en Virginia. Ha cometido más de 5,000 violaciones sanitarias superando los niveles de descarga permitidos en material fecal, fósforo, amoníaco, cianuro y aceite de sus granjas de cerdos, destruyendo poblaciones de peces y contaminando mantos freáticos. Ha sido culpable de falsificar documentos y destruir evidencia.
Las granjas industriales llevan tres décadas aumentando la producción de carne a la par que dañan el ambiente. Los consumidores compran sus productos baratos sin cuestionarse cuáles son las consecuencias éticas y ecológicas de este tipo de producción.
El virus actual puede progresar hacia una secuencia más débil y morir o mutar y hacerse más virulento. La razón por la que los expertos se están preparando tanto para una pandemia es que estas secuencias de ave, cerdo y humano pueden evolucionar muy rápidamente y derivar en una variante mortal. Expertos en salud llevan años alertando sobre el peligro que representan las granjas industriales para crear una nueva enfermedad, y aquí está el resultado.
Si el virus es el precio del sistema de producción de animales, el cerdo modificado genéticamente es el resultado cruel y artificial. Inflados con hormonas y retacados con vacunas para que subsistan en esas terribles condiciones, los cerdos modernos tienen piernas traseras desproporcionadamente largas para satisfacer la demanda de jamón, tienen orejas diminutas y no tienen rabo, pues les son cortadas sin anestesia para evitar las heridas que causa el canibalismo consecuencia de su estrés por el hacinamiento. No tienen pelo para que sea más fácil su deshollamiento.
Aunque dijeron que no existe relación directa entre comer carne de cerdo y contraer el virus «“la relación viene de más atrás, de la crianza de los animales- sucedió lo que era de esperarse. La semana pasada Egipto mató a los 300 mil cerdos en el país, pese a que no se ha reportado ningún caso, medida que indignó a los agricultores que se resistieron a la medida y exigieron indemnización.
En Egipto, la mayoría de los criaderos cerdo están cerca de tiraderos de basura, la cual se usa para alimentarlos. Por ser un país musulmán, los cerdos ahí son criados para alimentar a las minorías religiosas. Al ser un animal rechazado socialmente, no se tiene hacia ellos ninguna consideración de bienestar y quienes los crían son a su vez, las poblaciones más pobres y marginadas de Egipto.
En Jordania, el gobierno decidió cerrar los cinco criaderos del país, con un total de 800 animales, por violar reglas de seguridad de salud pública. La mitad de los animales será sacrificada y el resto reubicada lejos de la población.
El menos culpable de la epidemia es el cerdo, él es tan sólo una víctima más de un sistema que considera al resto de los seres sintientes máquinas de producción.
!Qué bien se siente no ser cómplice de Smithfield y compañía!