En época de vacaciones es común enterarse de un lugar donde se puede «nadar con delfines». Con el pretexto de ser una «actividad educativa» se vende a elevados precios la oportunidad para que el turista conviva con estos magníficos animales, los cuales pagan con su libertad.
Las características físicas y psicológicas de los delfines los hacen aún más inapropiados para el cautiverio «“cómo si algún animal humano o no humano lo fuese»¦ Esto significa que estudios realizados por biólogos determinaron que es imposible satisfacer las tan particulares necesidades de los delfines en cautiverio. Libres, nadan en escuelas cerca de 160 km diarios. Establecen fuertes lazos sociales y tienen preferencias asociativas, así como la capacidad de reconocer a un individuo tiempo después de haber sido separados.
Las crías permanecen con sus madres hasta seis años y los machos adultos forman cercanas, cooperativas y duraderas relaciones. En cautiverio su compleja vida social es destruida.
Los delfines navegan con un sistema de sonar para determinar su ubicación y distancia. Se les captura engañándolos: se emplean redes con una malla más grande, o embebidas en agua, donde no queda ninguna burbuja de aire que pudiera reflejar el sonido, esto los hace creer que no hay ningún objeto en su camino y quedan atrapados.
El mismo Jacques Cousteau se opuso a tener delfines y otros mamíferos marinos en cautiverio cuando vio a un delfín capturado golpearse la cabeza contra la piscina hasta matarse. El antiguo entrenador de Flipper, Ric O’Barry, abandonó el negocio después de la muerte del delfín, testificando que «estrés y depresión» fueron las causas principales de su muerte.
Las condiciones en que se los mantiene son pobres: pequeños tanques expuestos a químicos y contaminantes. Su alimentación es poco saludable pues los parques acuáticos también obtienen ganancias por la venta de pescado de mala calidad que venden al turista para que los alimente; algunos pueden estar desnutridos y otros obesos.
La mayoría de los parques acuáticos obtiene de manera ilegal a los delfines. En un video con cámara oculta se evidenció a un parque en Cancún que los caza para su programa de «nadar con delfines». En lugares como Japón o las Islas Solomon se conduce a los delfines a las costas y se mata a los machos por su carne y las hembras y crías son vendidas a parques acuáticos. Hace unos años nos enteramos de un caso de un delfín que murió cinco semanas después de haber sido capturado de Bahía Magdalena en Baja California y confinado a un estanque para un parque acuático.
Lamentablemente, bajo el argumento de interactuar con la naturaleza o mejorar nuestros conocimientos científicos, los programas de «nadar con los delfines» vulneran la manera en que los delfines interactúan entre ellos en libertad. En vez de sacarlos de su hábitat se debería fomentar su observación en su medio natural. Gracias a campañas de organizaciones defensoras de los animales, muchas líneas de cruceros que incluían en sus paquetes esta actividad, ya no lo hacen. También algunos lugares como Bermuda y Costa Rica no autorizan este tipo de programas como parte del atractivo turístico.
Puedo entender que la gente que paga por «nadar con delfines» no está informada sobre lo que hay detrás de una actividad aparentemente inofensiva. Sin embargo, no se necesita ser un biólogo para saber que las condiciones en que se les tiene no son naturales ni ideales. Una vez más nuestro egoísmo prevalece sobre los intereses de los no humanos.
Sin duda nadar con un delfín es para nosotros una experiencia inolvidable, pero después de los minutos que estemos ahí, nosotros continuaremos con nuestra vida fuera de esa piscina: ellos no. Nuestros minutos de placer le significan a los delfines años de cautiverio, estrés y depresión.
No dudo que la intención de un turista sea buena: conocer a los delfines, estar cerca de ellos, pero hay que tener cuidado con este argumento pues parecería que sólo así podemos desarrollar empatía y respeto por otro animal. Es lo mismo que dicen de los zoológicos. Que si no fuera porque los niños ven a los animales no podrían admirarlos.
No hace falta nadar con un delfín, subirse a un elefante o tomarse una foto con un cachorro de león para admirarlos y respetarlos. Podemos alcanzar esos niveles simplemente con verlos en documentales y aprendiendo cómo viven en libertad.
Los delfines «“como muchos otros animales- son sociables, pero eso no significa que disfruten de las olas de turistas que nadan con ellos en pequeñas piscinas. Por favor, si estas vacaciones ves un parque que ofrece «nadar con delfines», piensa un poco en su cautiverio y no vayas. El pago de tu entrada fomenta su captura y confinamiento. También puedes escribir una carta a quienes los promueven, exponiendo tus motivos para rechazar el cautiverio como forma de entretenimiento.
Nadar con delfines en libertad es una experiencia única donde ambas especies han elegido compartir unos minutos, pero encarcelar animales para que convivan forzadamente con humanos no es divertido para los prisioneros.