Es la respuesta de la mayoría cuando digo que me dedico a los derechos de los animales. Lo curioso es que me lo dicen mientras se llevan a la boca un pedazo de pollo, o se quitan su chamarra de cuero.
Si le encantaran los animales, pienso, ni se los comerían, ni se vestirían con su piel. Pero, ¿qué está queriendo decir exactamente esa persona cuando dice que le encantan los animales? Seguramente que siente una especial preferencia por los perros, que le gusta ver documentales de ballenas, que las águilas le parecen majestuosas o que disfruta del «espectáculo de la naturaleza». Sin embargo, también puede querer decir que la muerte del toro en la plaza es más digna que en un matadero, que los elefantes «trabajan» en los circos, que si no fuera por los cazadores algunas especies estarían extintas, que le gusta tanto el canto de los pájaros que tiene 6 canarios, que la ternera es una carne deliciosa.
Todos estos ejemplos son contrarios al sentido que debería tener la expresión «me encantan los animales», pero nuestra sociedad, enferma de lo que llamo esquizofrenia moral, es capaz de afirmar su gusto por los animales mientras los explota, tortura y mata, directa o indirectamente.
Estoy cansada de escuchar decir a los toreros que si no fuera por las corridas el toro no existiría, o a los cazadores que gracias a ellos se conserva el equilibrio de los ecosistemas, a los galleros expresar admiración por los gallos que echan a pelear, a los vivisectores decir que cuidan mucho a los animales con que trabajan, o a los ganaderos afirmar que sus animales están muy bien tratados.
Los humanos somos seres contradictorios. Capaces de decir una cosa y hacer lo opuesto, enarbolar la bandera de la paz y el respeto y tener prácticas violentas e irrespetuosas con otros seres. Sólo algunos nos hemos dado cuenta de que hay que predicar con el ejemplo y que muchas de nuestras contradicciones son inofensivas, pero otras le cuestan la vida a alguien «“alguien que generalmente es percibido como algo. Ser justo intraespecie es más sencillo que serlo interespecie, al menos es mejor visto y más alabado, pues cuando extendemos ese mismo valor a miembros de otras especies, somos exagerados, sensibleros, radicales, fanáticos.
El «me encantan los animales», significa las más de las veces «me encanta comer su carne, vestirme con su piel, contemplarlo en una jaula, divertirme a su costa».
Desconfío de quien hace tal afirmación tan a la ligera. Creería más en quien dijera «respeto a los animales», porque si los respetas no los consideras objetos sino seres con intereses, que por muy distintos que te parezcan comparten contigo un planeta que debería ser de todos.