Una ofrenda para los animales muertos

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Alma Domínguez  montó un altar de muertos titulado “Consumes mi muerte, mi dolor”, dedicado a los animales de consumo, y que es parte de la exhibición del Día de Muertos en el Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago.

«Tengo unos años de ser vegetariana y quería que la gente reconozca la distinción abismal entre los animales de consumo y los animales de compañía. Por ejemplo, los animales de consumo en mi altar están afuera de la casa y muchas veces no los vemos ni nos interesa verlos y se nos hace tan común consumir un pedazo de carne, una hamburguesa y un tocino a la hora de comida, es algo de todos los días», dijo Domínguez.

En su ofrenda, Domínguez usa una ventana para separar a los animales de consumo de los animales domesticados. En medio del altar, las vacas, borregos, conejos y puercos dibujados en blanco y negro, miran por la ventana hacia la sala donde se encuentra una pelota y el plato de comida de la mascota de la casa.

«Todos los animales están fuera de la casa y la gente puede cerrar las cortinas para olvidarse de ellos, adentro están nuestros animales de compañía, que queremos, cuidamos y estamos al pendiente de ellos, son miembros de la familia», señaló Domínguez.
Replicas de costillas, carne asada y piernas de pollo hechas de plástico rodean la ventana y nos dan a entender que esta es la única manera en que los animales de consumo podrían existir dentro de la casa.

A través de su obra, Domínguez utiliza una tradición antigua para cuestionar un hábito del ser humano, como lo es el consumo de carne.

Tuve la suerte de contactar a Alma y poder realizarle unas preguntas sobre su obra y su visión de los animales no humanos.

L: ¿En qué momento te hiciste vegetariana y por qué?
A: Tengo casi tres años de ser vegetariana y todo empezó porque me invitaron a participar en una página que promovía el arte pero aparte están muy enfocados en concientizar sobre los problemas del trato a los animales de consumo y los beneficios del vegetarianismo y veganismo, este espacio se llama “El Museo de la Luna”. Le tomé tanto cariño a este espacio, a sus bases ideológicas y a la camaradería que se sentía en esa comunidad virtual, que decidí volverme vegetariana, estoy en proceso a vegana, es decir, a dejar de consumir productos de origen animal.

L: Viviendo en estados unidos, ¿qué facilidades encuentras respecto a México para ser vegetariana?
A: Diversidad. Tanto en comida fresca para enriquecer tu dieta como procesada para sustituir carnes, además prácticamente a cualquier restaurante que vayas tienen opciones de comida vegetariana o vegana y por supuesto están los restaurantes exclusivamente vegetarianos.

L: En relación a los mexicanos, ¿cómo ves la actitud de los estadounidenses respecto a los derechos de los animales?
A: En teoría tienen mucho cuidado en cómo se trata a los animales de consumo en Estados Unidos, hay leyes que regulan esto, pero en realidad es lo mismo en todos lados, a los animales se les trata como cosas y no como seres sintientes, y con el afán de producir más y en el menor tiempo posible se llega a unos niveles de salvajismo impresionantes, todo se traduce a oferta y demanda en un mundo capitalista.

L: ¿Has pensado traer tu obra a México? Hacen falta artistas que lancen un mensaje como el tuyo.
A: Existen artistas y activistas que trabajan en esta línea, aunque por lo general no se le da mucha difusión a este tipo de notas. Sin embargo, creo que cada vez somos más los que creemos en los derechos de los animales, creo que en unos años esto dejará de ser opcional porque literalmente nos estamos acabando el planeta e indirectamente la industria cárnica tiene mucho que ver. Mi trabajo viaja seguido a México y aunque participando en otro tipo proyectos mis mensajes van implícitos.

L: ¿Estás en contacto con alguna organización defensora de los derechos de los animales?
A: Participaba en actividades de PETA, pero creo que si uno realmente quiere ayudar se tienen muchas opciones, desde hacer modificaciones en tu dieta hasta involucrándote con organizaciones locales.

L: Muchos artistas utilizan animales muertos o incluso hacen instalaciones con sus cadáveres para transmitir un mensaje que a veces es confuso y raya en la humillación o el maltrato. ¿Qué les dirías?
A: Esto ya está prohibido en las galerías después de la presentación en el 2007 de una instalación “artística” de un tipo, en donde se dejó morir de hambre a un perro ante la mirada de los curiosos e indignados, pero increíblemente pasivos espectadores.
Respeto el lenguaje y la manera de comunicar de cada artista y me considero una persona tolerante, sin embargo, cuando se daña o lastima físicamente a un tercero, para mi deja de ser un tema artístico.

L: ¿Por qué recurrir al arte para hablar sobre el vegetarianismo?
A: Porque es parte de mi lenguaje.

L: ¿Tienes otras exposiciones donde abordes el tema de la relación de los humanos con los animales no humanos?
A: Esta por publicarse un libro del Center for Humans and Nature aquí en Chicago, al que me invitaron a participar, es acerca de las relaciones de los humanos con los animales particularmente en los espacios urbanos, es un libro de ensayos combinado con el trabajo de 15 artistas que trabajamos esos temas. Aunque es un tema recurrente en mi trabajo y hablo de esto cada que se puede en diferentes espacios.

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Un comentario para “Una ofrenda para los animales muertos

  1. PESADILLAS

    Pesadillas tan reales que despiertas
    para volver a ellas,
    siguen fijas en tus ojos, aún dormidos.
    El horror pasea en cada uno
    de los que se dicen tus semejantes,
    y la mentira crece impuesta.
    Amanece de nuevo a la reyerta.
    Las horas cuartelarias y enrejadas
    son condenas y cadenas.
    A tu medida no existe un mundo,
    ¡oh, ciénaga, en que te hundes!,
    y planteas cada segundo
    y no callas.
    En tu diferencia, no hay descanso,
    una almohada de espinas, los días,
    una mortaja, tus sábanas.
    Siempre a la búsqueda, existes
    a pesar del pulso de los otros.
    ¿A qué exterminio te somete tu soledad?
    Y aún dices: ¡no! y ¡basta!
    Sabes bien que en camiones y en trenes
    hacinan a los desposeídos de la vida,
    que diariamente ruedan la agonía
    y la muerte de los que tienen alma.
    Los transforman en despojos,
    los degüellan, los despellejan,
    cortan sus cabezas,
    despedazan sus columnas,
    arrancan sus vísceras…,
    los trocean, los cuartean y envasan
    para exhibirlos en vitrinas de consumo
    en impolutos celofanes.
    De un oculto rojo mar de dolor,
    la gula y un negocio sin escrúpulos.
    Entre risas y chascarrilos de crueldad,
    nadie se cuestiona nada,
    aún campos de concentración y exterminio,
    mientras el dinero todo lo perfuma.
    Y nadie lucha contra las pesadillas,
    lo siniestro cada vez más real.

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